Bienvenido a este Blog nacido del amor entre un padre y su hija

Quería daros la bienvenida a todos los que tenéis a bien entrar en este blog que servirá a un padre de una preciosa y maravillosa hija llamada Noah para expresar sus inquietudes, noticias, emociones y cualquier cosa que considere interesante compartir con aquel que quiera leerlo. Mi más sincero abrazo y gracias por gastar tu tiempo leyendo este Blog.

miércoles, 29 de junio de 2011

EDUCACION: Aprender a nadar: cuando, cómo y por qué


Hola amigos,

ya se va acercando el momento de ir con nuestros hijos a la playuqui (que diría mi hija Noah), y en muchos casos seguro que todavia no saben nadar.


Por eso me ha parecido interesante compartir con vosotros un artículo en el que nos explican cuándo, cómo y por qué enseñar a nuestros hijos a nadar. Nos lo proporciona Virginia González. Psicóloga

Numerosos especialistas aconsejan la natación para los bebés como una actividad enriquecedora para su desarrollo físico, psíquico y afectivo. El recién nacido, gracias a sus recientes experiencias en el ambiente acuoso del útero materno, posee una serie de reflejos que le facilitarán su rápida adaptación al agua. A lo largo de los meses perderá dichos reflejos si no los ejercita y posiblemente desarrollará sentimientos de desconfianza y miedo.

Unos lo llaman natación para bebés; otros, estimulación acuática, matronatación, etc. Son distintas maneras de nombrar el acto de aprender a nadar siendo bebés, pero no es lo que la mayoría de las personas entienden por aprender a nadar.

El niño puede llegar a ser autónomo en el agua, pero antes de los 4 ó 5 años no nadará “con estilo”. Se trata más bien de una actividad lúdica en la que el pequeño se adapta poco a poco al agua, a la vez que desarrolla su organismo, refuerza sus vínculos afectivos, comienza su vida social, estimula su inteligencia y convierte sus movimientos en algo funcional, dominando destrezas y actitudes de supervivencia.

Cuanto antes, mejor

Cuando son muy pequeños, los niños se suelen familiarizar inmediatamente con el agua, abren sus ojos sin miedo, mantienen la respiración y se mueven de forma espontánea. Los bebés menores de un año se adaptan más deprisa que los mayores, ya que a partir de los 8/9 meses pierden algunos reflejos innatos si no se ejercitan, como el pataleo desorganizado o el cierre de la glotis, e irán desarrollando sentimientos de desconfianza y miedos hacia el agua, que dificultarán en muchos casos el aprendizaje de la natación.

Los niños pueden “aprender a nadar” desde las primeras semanas de vida, pero las escuelas de natación no suelen admitirlos hasta cumplidos unos meses. Por ello, se recomienda que los padres favorezcan la familiarización del niño con el agua durante los primeros meses de vida, ya en la bañera de casa.
 
¿Cómo?

Existen dos grandes tendencias en la natación para bebés. Ambas desarrollan sus actividades a través del juego y hacen partícipes a los padres en la piscina, aprovechando la importancia del vínculo afectivo que se establece entre padres e hijos. La diferencia está, sobre todo, en el concepto que tienen del alumno y, en consecuencia, sus objetivos y actividades son diferentes.


Unos métodos intentan desarrollar prioritariamente en el niño respuestas de supervivencia en un periodo de tiempo concreto, que suele ser corto. A través de la repetición de estímulos provocan en el alumno una respuesta refleja (involuntaria). Los padres sujetan en brazos a sus hijos y van realizando los ejercicios que les indica el profesor (1, 2, 3, te soplo la carita y... ¡bajo el agua!).

Lo importante es conseguir que las inmersiones sean cada vez más largas y que el bebé vaya por debajo del agua cada vez más lejos.

Otros, aplicando la psicomotricidad en el medio acuático, enseñan a nadar al bebé ofreciéndole un entorno lleno de posibilidades que le permiten explorar, experimentar, intercambiar y jugar libremente en el agua junto con sus padres. Se basa en el respeto a la individualidad y, por lo tanto, el tiempo de aprendizaje es distinto en cada niño.

El profesor, teniendo en cuenta cada circunstancia, va proponiendo situaciones e indicando pautas y recomendaciones de actuación, de forma que las respuestas motoras, que en principio surgieron de forma espontánea, se vayan ejercitando y coordinando para poderlas aplicar a la natación.

Grandes beneficios

La natación brinda unas posibilidades de movimiento que no se tienen en tierra firme, por lo que ofrece una serie de beneficios a nivel orgánico, intelectual, afectivo y social. Amplía la capacidad del sistema respiratorio, regula la circulación sanguínea, desarrolla una musculatura proporcionada que le permite posturas y movimientos cada vez más armónicos (equilibrio), estimula el sistema inmunológico y canaliza las energías sobrantes, consiguiendo una actitud más relajada.

No solo incentiva el dominio del cuerpo, sino su conocimiento y la formación de una imagen corporal adecuada. Favorece, además, el desarrollo del lenguaje, ya que los niños van poniendo nombre y aprendiendo a explicar poco a poco lo que hacen y lo que sienten. El agua también estimula la capacidad y el espíritu de juego del niño, hecho que repercutirá positivamente en aprendizajes futuros.

Asimismo, es una de las primeras propuestas a nivel social: niños, padres y monitor se reencuentran cada semana para participar en un mismo proyecto y compartir tiempo y espacio. Además, el dominio paulatino de este medio va dando al niño una seguridad e independencia que va a trascender a otros ámbitos y le va a ayudar a adquirir un conocimiento de sus posibilidades y limitaciones.

Y, por último, el beneficio más importante: la alegría y el placer que le proporciona esta actividad (si se aborda de forma adecuada).

Como veis, es conveniente motivar a nuestros hijos para que disfrutando del agua lleguen a aprender a nadar, aunque los consideramos todavía pequeños.

El artículo incluye una entrevista a Alberto Izquierdo Fontecha, Ldo. en Educación Física y profesor de natación, y que considero muy interesante:

P. ¿A qué edad pueden comenzar los bebés a practicar la estimulación acuática?
R. En general, se recomienda empezar alrededor de los 6 meses y antes si las condiciones son muy idóneas (piscina privada a temperatura adecuada), aunque algunos niños, especialmente con discapacidades y por prescripción médica, pueden comenzar antes. El protocolo del baño en casa también es muy útil.

P. ¿Qué importancia tiene la opinión del pediatra?
R. El pediatra de la familia conoce muy bien al bebé y su opinión es muy valiosa para decidir el momento en que cada niño es apto para empezar sus clases.

P. ¿Qué requisitos se le pide a la familia para que el niño comience?
R. En nuestro centro, simplemente haber cumplido los seis meses. Solamente en el caso de que el niño tenga algún tipo de problema han de comunicarlo al servicio médico, para que el profesorado tenga conocimiento de ello.

P. ¿Cuánto duran las sesiones?
R. Si la temperatura del agua es de 33 a 35 grados, las sesiones pueden durar de 20 minutos a media hora. De todas formas, es importante escuchar al bebé. Si tiene frío, está incómodo o llora demasiado, puede salir fuera de la piscina durante unos minutos y volver a incorporarse más tarde.

P. ¿Cuál es el tamaño de los grupos?
R. Nuestros grupos son de 10 a 15 niños con sus padres y un profesor. Pero para poder individualizar la enseñanza, estos grupos se subdividen según el nivel madurativo de los alumnos.

P. ¿Cuál es el papel de los padres?
R. Los padres siempre suponen para el niño un estímulo afectivo, pero también su labor es copedagógica y de autoaprendizaje. Aprenden una serie de recursos para dar seguridad a su hijo y favorecer la ampliación de sus patrones de movimiento, tanto en la piscina como fuera de ella.

P. ¿En qué momento desaparecen los padres de las clases?
R. Intentamos que los padres acudan con sus hijos hasta los 4 años, aunque pueden aprender sin ellos perfectamente desde los 3, pero la dinámica de las clases es completamente diferente en cada caso.

P. ¿Aprenden para toda la vida?
R. Los bebés aprenden clase a clase habilidades que jamás olvidarán.

P. ¿Este tipo de aprendizaje alejará a nuestro hijo de los accidentes?
R. Siempre y cuando, además de la exploración sensomotora, se realicen ejercicios funcionales, a través de los cuales adquieran destrezas que le permitan zambullirse y flotar sin perder la calma, y eso es muy importante. Pero los adultos han de vigilar constantemente a los niños cerca del agua y dentro de ella, sepan o no sepan nadar.

P. ¿Y si llora demasiado es conveniente dejar las clases para más adelante?
R. Si un niño se angustia demasiado, suele ser porque ha tenido una mala experiencia, por lo que habrá que jugar con espacios o situaciones intermedias, como por ejemplo quedarse en el borde de la piscina, no obligarle a meter bajo el agua la cabeza, etc. Existen clases de familiarización, en las que no comprometes al niño a hacer nada que él no esté seguro que pueda hacer. Esto le hace coger confianza.

P. ¿Durante cuánto tiempo se recomienda realizar esta actividad?
R. Muchos realizan la actividad solo unos meses al año, pero lo ideal es la continuidad, ya que el cambio y la evolución a estas edades es rápida e incesante, por lo que los objetivos que va alcanzando en cada momento son diferentes. No quiere decir que tenga que acudir a clase ininterrumpidamente, pero sí que los padres, una vez impregnados del método, sigan llevándolo a cabo con sus hijos y disfruten juntos.

Espero que el artículo os haya sido de utilidad. A lo mejor tenemos futuros campeones de natación entre nosotros.

Un abrazo

No hay comentarios:

Publicar un comentario